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El filtro anti-buena onda

Me encanta dudar de mi misma, lo hago todo el tiempo. Cuestiono mis capacidades, mis talentos y mi valor. No es algo necesariamente bueno, pero que sucede constantemente. Casi siempre que tengo ideas primero pienso que son muy buenas, después las dejo reposar, luego me da miedo actuar frente a ellas y usualmente, al final, busco alguien cercano que me ayude a validarlas. Es como una especie de círculo vicioso. ¿Por qué será que confiamos más en la percepción de los demás que en la nuestra? ¿Algún tipo de autosabotaje, tal vez?



No me malentiendan, yo sé que la mayoría somos conscientes de los talentos o de las virtudes que tenemos, pero eso no significa que nunca los pongamos en duda, en tela de juicio.


Cuando era pequeña quería ser abogada, entre varias razones, porque veía en esa carrera una posibilidad de éxito y una gran vida (a los 7 años y pensando en los amigos de mis papás). Después me volví una fanática del fútbol, tanto así, que durante todo el bachillerato estuve muy segura de que quería ser periodista deportiva. Mi sueño era trabajar para un gran medio, cubrir los mejores partidos, conocer a Messi y poder debatir con los mejores. Me mantuve firme en esa idea (porque bastante terca soy) y entré a la universidad para estudiar Comunicación Social y Periodismo con el propósito de convertirme en la mejor comentarista deportiva.


Pasaron los primeros años y todo seguía de acuerdo con el plan, hasta que llegué a cuarto semestre. Créanme cuando les digo que lo viví al máximo, demasiadas entrevistas, una experiencia bastante exhaustiva. Odié el periodismo y todo lo que lo rodeaba, tanto que entré en mi primera crisis existencial.


¿Qué estoy haciendo? ¿Será que ésta sí era la carrera que yo debía estudiar? ¿Será muy tarde para cambiarme? ¿Si me cambio, qué carrera escogería?


Mil dudas como las anteriores cruzaron mi cabeza, pero una de las más importantes en ese momento fue: ¿Será que soy lo suficientemente buena para estudiar algo más? Cuántas veces nos haremos esta pregunta a lo largo de nuestras vidas, porque es muy sencillo dudar de nuestro valor y dejar que ese miedo nos limite a quedarnos en la zona de confort. Eso fue lo que me pasó a mí cuando la respuesta en ese entonces fue: No.


Siguiendo con la historia, me quedé y dije: estoy segura de que encontraré algo que me llame la atención, es una carrera muy amplia. Y así fue, descubrí un área que se llama Comunicación para el Desarrollo y me encantó. Un énfasis en el cual podía emplear mi gusto (uno de tantos) por lo social/ humanitario y la comunicación. Para no hacer el cuento más largo, me especialicé en esto, me gradué y mi primer trabajo fue en una organización educativa que se enfocaba en la formación socioemocional de jóvenes y docentes.


Si leyeron mi entrada anterior ya saben que renuncié, entre otras razones, porque no era feliz con lo que hacía. Esto me devolvió al mismo punto de inicio: ¿Qué estoy haciendo? ¿Si me salgo será que si soy buena para hacer algo más? De nuevo, volví a desconfiar de mi potencial y posibilidad de alcanzar nuevas metas.


Una historia bastante redundante, pero era necesaria la reiteración porque ese mismo sentimiento es el que se repite cuando cuestionamos nuestro talento o capacidad.


¿Por qué nos cuesta tanto admitir nuestro valor y confiar en nosotros mismos? Usualmente las personas que nos rodean nos ven con unos ojos que nosotros no. Es como si tuviéramos un filtro anti-buena-onda el cual se encarga de resaltar nuestras inseguridades en vez de destacar nuestras virtudes.


Pero ¿cómo hacemos para revertir eso? Esa es una de las muchas preguntas a las que yo no tengo respuesta, puesto que no soy académica ni experta en el tema. Por ende, no podría dar un consejo que nos ayudara a todos a solucionar este enigma que genera tantos conflictos. Pero de algo sí estoy segura: dudar no es malo.


Está bien cuestionar nuestras capacidades (suena contradictorio después de todo lo anterior, pero aguanten), lo que debe cambiar son las circunstancias bajo las cuales lo hacemos. Es diferente dudar pensando que podemos mejorar o alcanzar algo mejor a dudar pensando que nunca podremos salir adelante. Son escenarios distintos, aunque suene confuso.


Muchas veces, como lo expuse en mi experiencia, desconfié o puse en tela de juicio mi valor, mis capacidades y mis talentos, pensando que si me salía de mi zona de confort no podría encontrar algo mejor o que yo no estaría a la altura para encontrar algo más. Hoy, después de varios golpes les puedo decir, con confianza y respondiéndome a mi propia pregunta, que sí soy lo suficientemente buena para hacer lo que yo quiera. Probablemente me seguiré cayendo y seguiré dudando de cada paso que doy, pero sé que aprenderé de cada momento y lo haré tomando la perspectiva suficiente para cuestionarme desde un punto constructivo.


Cambiemos ese filtro anti-buena onda por un filtro “solo buena vibra”.


“Loving and accepting ourselves are the ultimate acts of courage. In a society that says, "Put yourself last", self-love and self-acceptance are almost revolutionary” – Brené Brown


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